De qué forma el amor, como motor de la vida diaria del ser humano, es el instrumento imprescindible y es la medida, que debe guiar las diferencias formas de pensar y actuar de los individuos, a la hora de construir la paz.

De lo más íntimo a lo más social.

Somos seres emocionales y sociales. Tenemos necesidades emocionales básicas.

Enfocando en lo psicológico, es fundamental abordar el sentimiento de amor como unido a lo más íntimo y profundo de la persona, como la emoción vertebradora que constituye la autoestima.

El amor más primario se da en forma de apego, con la figura/s más importante de nuestra infancia. Esa primera relación es la que nos enseña a querer, a sentirnos queridos y a cómo querernos.

El sentirnos queridos, el amor es una necesidad biológica que todos, absolutamente todos necesitamos. Lo necesitamos para formarnos como personas válidas y valiosas, para sentirnos merecedores de dar y recibir cariño, para aprender a conocer nuestras emociones y que nos marquen el camino en nuestra vida y en las relaciones con los demás.

Pero no cualquier tipo de apego.

TIPOS APEGO 

Apego seguro: Es aquel en el que el niño confía en que sus padres serán accesibles, sensibles y colaboradores con él si se encuentra en una situación atemorizante. Teniendo esta seguridad el niño se atreve a hacer sus exploraciones del mundo, confiando en la seguridad que le da sentir a sus padres disponibles para responder ante lo que necesite

Apego ansioso/ambivalente: Es aquel en el que el niño se muestra ansioso incluso cuando la figura de apego, vuelve tras marcharse. Esta pauta es favorecida cuando el progenitor responde ante situaciones temerosas del niño, en algunas ocasiones de forma cálida y protectora y en otras no responde, también se da por las separaciones y por las amenazas de abandono utilizadas como control.

Apego inseguro: El niño no confía en que cuando busque cuidados recibirá respuesta, sino por lo contrario espera ser ignorado o castigado, así intenta volverse emocionalmente autosuficiente.

Esta pauta es el resultado del constante rechazo de la madre cuando el niño se acerca a ella en busca de consuelo y protección.

El apego determina la imagen y el afecto hacia nosotros mismos y hacia los demás el resto de nuestra vida.

Si no tenemos un apego seguro, el miedo se convierte en nuestro temeroso acompañante, determinando nuestra sensación sentida, nuestra vivencia y limitando la conciencia sobre nosotros mismos y los demás.

APEGO/FAMILIA/SOCIEDAD

El apego no el único factor en la ecuación, la educación familiar y social son determinantes en la constitución de la personalidad. Nuestro modo de pensar, sentir y comportarnos esta condicionado por una mezcla única de modelos familiares y culturales que hemos aprendido. Y eso condiciona a su vez tremendamente como nos vemos a nosotros mismos y a los demás, y también “cómo vivimos nuestro día a día”.

Estos modelos familiares y culturales, durante muchos siglos, han sido absolutamente patriarcales y eso ha causado problemas a ambos sexos, al tener que aprender a encarnar los papeles que la cultura define.

Desde mi punto de vista, el punto de vista del centro de psicoterapia vínculo y en la línea de los principios de la AMPM, ha llegado en momento de integrar las diferencias de género, para convertirnos en seres más ricos y más diversos, y sobre todo más respetuosos con nosotros mismos y con los demás.

Podemos integrar las estrategias, sacarle más partido al lado femenino del mundo y orientarlas a superar nuestros prejuicios, el miedo a lo diferente y a lo desconocido de “los otros, fomentando una sociedad más humana e inteligente emocional y socialmente. 

La experiencia que nos ha proporcionado la práctica clínica en los talleres y los grupos de crecimiento personal con hombres y mujeres en Vínculo,  es que las dos herramientas indispensables para abordar los conflictos con nosotros y con los demás, tanto individual, como socialmente son:

LA EMPATÍA Y LA ASERTIVIDAD (íntimamente relacionadas con la autoestima).

EMPATÍA. Una habilidad que se da de manera más espontánea, consciente y natural en las mujeres, debido a esa conjunción quizás de los factores evolutivos, familiares y culturales que han impregnado los aprendizajes de las mujeres a lo largo de muchos siglos, como decíamos. 

ASERTIVIDAD. Una habilidad que los hombres han ejercido históricamente de una manera más enérgica, animados por los roles de liderazgo social que la cultura les ha otorgado.

Si atendemos nuestra autoestima, somos más empáticos y asertivos, nos sentiremos mejor con nosotros mismos, competentes, capaces y llenos de confianza. Respetaremos más a los demás sin el temor de que el bien del otro sea nuestro mal, construiremos una sociedad más dialogante y menos defensiva.