Buenas Tardes a todos. Lo primero dar las gracias a la organización por haberme invitado a participar en esta jornada y además con un tema tan interesante y de actualidad que es:  la comunicación como instrumento para promover el bien y la paz social.  Un tema con el que me siento muy identificada ya que siempre he procurado en mi vida profesional ser consciente de la responsabilidad que tenía con esa arma tan poderosa de influencia en la sociedad como es la comunicación.

La comunicación siempre ha sido decisiva para el desarrollo de la humanidad e influenciar la vida política y social tanto para el bien como para el mal. La exigencia moral fundamental de toda comunicación es el respeto y el servicio a la Verdad.  En la actualidad, la comunicación cobra mayor fuerza si cabe con en el nuevo clima de cambio  al que asistimos provocado por una profunda crisis social y económica sin precedentes. Una crisis que alcanza a todos los ámbitos de la vida no sólo de nuestro país sino a nivel global y que está haciendo tambalear las  estructuras del  sistema. Nos enfrentamos a un final de ciclo o de etapa cuya importancia reside en la capacidad de poder crear una nueva sociedad con otros  parámetros más justos y solidarios. La incógnita está en si seremos capaces o no de construirla. Y aquí lógicamente, es crucial la función de los medios de comunicación.

Por otro lado,  la imparable revolución tecnológica que vivimos en los últimos años tiene como consecuencia que los medios resulten cada vez más poderosos y  penetrantes y  su impacto sea todavía mayor.  A través de los medios,  la gente entra en contacto con otras personas y acontecimientos, y se forman opiniones y valores, de ahí, la importancia, de que los medios se usen positivamente y su objetivo sea informar de una manera veraz y constructiva como condición previa fundamental para fomentar la paz.  Los medios sirven a la libertad sirviendo a la Verdad y por el contrario, obstruyen la libertad en la medida en que se alejan de la Verdad. Si sirven a la libertad, ellos mismos deben ser libres y usar correctamente esa libertad.

Para ello el profesional de los medios tiene el deber de informar con total libertad de expresión e independencia, seguir los dictados de su conciencia y  moral,  sin obedecer a presiones de ningún tipo que le empujen a adaptar la verdad para satisfacer las exigencias de los poderes económicos o políticos. Y, en estos tiempos convulsos en los que uno se juega su puesto de trabajo resulta mucho más difícil no ceder a las presiones, aunque siempre se encuentra la manera o la fórmula de contar una realidad que sea lo más veraz posible buscando el bien común;   por consiguiente el periodista tiene que contar la Verdad de lo que ve con sus propios ojos,  sin dejarse arrastrar por lo que va a vender más , ciertas modas o tendencias…y en este sentido no dejarse influenciar por lo que puedan reflejar otros medios que podrían haber deformado la información en beneficio de su propio  interés.

A sí mismo, la investigación tiene que estar basada en fuentes fidedignas y contrastadas,  ya que el periodista no puede contar algo a la ligera basado sólo en  rumorología y sin una certeza documentada, pues puede hacer un gran mal e incluso dañar de una manera irreparable la imagen de personas o instituciones.

Los profesionales debemos aprovechar siempre cualquier noticia o información para enviar a la sociedad mensajes de comprensión, tolerancia y solidaridad creando así  una corriente de opinión proclive al entendimiento y al dialogo entre las personas y los pueblos.  En este sentido, el periodista, a través de su medio de comunicación, asume una parte crucial de la función educativa para promover una cultura de paz y convivencia.

A su vez los medios tienen que ser lo más independientes posibles y estar siempre – como apuntaba anteriormente-  al  servicio de la Verdad y por tanto de la sociedad. Una sociedad que se nutre de ellos para recibir información, experiencias e ideas que deberían  contribuir a crear un mundo más justo y humano. Por tanto, los profesionales de la comunicación deberíamos de asumir la parte de nuestro compromiso con la sociedad y cumplir esta serie de normas éticas  en aras del bien común.

Ahora bien, el principal problema al que nos enfrentamos, no solo los medios de comunicación sino también otros estamentos de la sociedad, se deriva de los intereses económicos de ciertos  grupos de presión, multinacionales, poderes en la sombra, ect, que manejan  a su antojo a algunos gobiernos y en ocasiones varían el rumbo de un país e incluso pueden hacerlo caer en beneficio de su bolsillo. Y eso, lo estamos viendo constantemente y con especial crudeza en estos últimos años no sólo en nuestro país sino a escala mundial.

En concreto, en España,  los medios de comunicación están desarrollando un papel crucial en el hecho de sacar a la luz pública numerosos escándalos de corrupción que salpican a la clase política y a los poderes del Estado e incluso a la monarquía. No hay día en que no informen de esas prácticas abusivas y corruptas que han arruinado a miles de personas sumiéndoles en la pobreza y endeudando al Estado. Hasta aquí podríamos felicitarles pero siempre y cuando ese servicio a la sociedad no haya obedecido a otro tipo de intereses ocultos. A este respecto,  circulan  teorías, calificadas por algunos como conspiratorias pero también compartidas por profesionales de la Economía y de la Política, que apuntan a que detrás de todo ello  podría haber una trama muy bien orquestada para provocar la caída de un país como España.  Una caída que podría contagiar a otros vecinos del Sur de  la Unión con el objetivo claro de acabar con el Euro e imponer un nuevo orden mundial.

Estamos pues ante una gran encrucijada en la que los medios así como los profesionales del periodismo tienen que tomar una serie de medidas drásticas para resistirse a esas fuertes presiones. ¿Cómo?  En mi modesta opinión, con la ayuda de una ciudadanía responsable dispuesta a ejercer su derecho a protestar pacíficamente  así como con grupos  responsables de la sociedad que busquen el bien común universal y favorezcan el entendimiento y respeto mutuo.  De ello depende en gran medida la paz de un país y del mundo.

También me gustaría resaltar en este foro que organiza la  Asociación  de Mujeres por la paz  Mundial, algún apunte sobre la contribución fundamental  de la mujer como profesional de los medios. En este sentido, destaco su especial sensibilidad e intuición a la hora de relatar con mayor  ecuanimidad y compresión los acontecimientos y sucesos cotidianos,  no solo por nuestra naturaleza para crear  la Vida, – lo que nos hace tener un papel relevante en la Co-Creación-  sino también por la marginación  sufrida durante siglos y que aún pervive desgraciadamente en algunas  sociedades,  algo que permanece en la memoria colectiva y que nos lleva a ejercitar con mayor fuerza nuestros derechos para impulsar la igualdad, la  justicia y la solidaridad en las relaciones humanas.

Finalmente, ya que estuve como corresponsal de RNE en Italia y el Vaticano, me gustaría cerrar esta intervención con una frase del Papa Juan XXIII de su encíclica “ Pacem in terris” que llegó como un mensaje de paz en otros oscuros días de la historia, los de la guerra fría, señalando la Verdad, la Justicia, la Caridad y la Libertad como los pilares fundamentales de una sociedad pacífica.

Una encíclica cuyo trasfondo fue precisamente el creciente poder e influencia que ya adquirían los medios de comunicación social y por ello, el Papa les llamaba a la “serena objetividad” que tanto sirve- afirmaba-  para extender el mutuo conocimiento de los pueblos y contribuir a la paz.

Muchas gracias.